Enseñanzas de una estrella de mar y un pepino marino
- Graciela Brasesco
- 6 ago
- 2 Min. de lectura
En estos días, miles de personas en todo el país (y el mundo) están mirando algo que, hasta hace muy poco, nos era completamente invisible: el fondo del Mar Argentino, a 2.500 metros de profundidad.
Gracias a una transmisión en vivo organizada por el CONICET, estamos viendo en tiempo real un universo desconocido. Un paisaje silencioso, lleno de vida extraña, hipnótica y hasta adorable. Una estrella de mar que parece salida de Bob Esponja y un pepino marino violeta con movimientos lentos, casi teatrales, se convirtieron en los personajes favoritos de esta aventura científica subacuática.
Pero lo más importante de esta expedición no es el entretenimiento (aunque lo tenga).Lo importante es lo que representa: la búsqueda de información para entender primero, y decidir después.
Porque esta misión tiene un objetivo claro: estudiar qué hay en esas profundidades antes de que lleguen las plataformas petroleras. No para frenar el desarrollo ni paralizar el avance de la industria, sino para tener la foto completa. Para saber qué se destruye si se destruye. Para entender cómo mitigar. Cómo proteger. Cómo hacer las cosas mejor.
Y ahí está el paralelismo con lo que hacemos todos los días. ¿Cuántas decisiones tomamos a ciegas, sin datos, sin explorar lo que hay debajo? ¿Cuántas veces vamos directo a la acción sin antes sumergirnos en la información que nos permitiría elegir mejor?
Tomar decisiones sin información es como instalar una plataforma petrolera sin haber bajado una sola cámara al fondo del mar.Tener datos, estudiar, observar… es lo que separa la improvisación del criterio.
Lo que está haciendo el CONICET hoy es ciencia. Pero también es un mensaje. Uno que nos invita a preguntarnos:
¿Qué necesito saber antes de decidir?




